LA LECHE MATERNA, UN TEJIDO VIVO


Texto de Judith García González. Farmacéutica, colegiada nº 2788 COF Santa Cruz de Tenerife

La leche materna es un tejido vivo cuya composición es dinámica, con mecanismos de regulación neuroendocrinos, adaptándose a los requerimientos nutricionales e inmunológicos a medida que el bebé crece y se desarrolla y cambiando su composición incluso durante la misma toma.

COMPOSICIÓN

Tiene un alto porcentaje acuoso, prácticamente un 80% de su composición y su osmolaridad es similar al plasma con el fin de que el bebé tenga un buen equilibrio electrolítico.

En cuanto a las proteínas contiene caseína y proteínas del suero, entre las cuales encontramos alfa lactoalbúmina, seroalbúmina, beta-lactoglobulinas, glicoproteínas, lisozima, lactoferrina, inmunoglobulinas, enzimas, moduladores de crecimiento, hormonas, prostaglandinas.

En cuanto a las inmunoglobulinas la IgA secretoria es la principal, con menores cantidades de IgA monomérica, IgG e IgM, y tiene como función la formación de anticuerpos capaces de unirse a virus y bacterias para evitar su penetración y adhesión a la mucosa intestinal. Por ello, podemos decir que la leche materna protege al recién nacido frente a factores ambientales gracias a estos anticuerpos específicos. La lactoferrina contribuye a la absorción intestinal del hierro, ejerce efecto bacteriostático, por ejemplo, sobre E. Coli, ya que compite con algunas bacterias por el hierro.

Se ha contabilizado la presencia de veinte aminoácidos, ocho de los cuales esenciales, que provienen del plasma materno. Entre otros datos a destacar, la combinación de cistina con metionina es una proporción específica de la leche humana.

El principal hidrato de la leche materna es la lactosa, lo que facilita la absorción de calcio y hierro y permite y promueve la formación de la flora bacteriana, el crecimiento de lactobacillus es promovido por el factor bífido, inexistente en los derivados de la leche de vaca. Se han identificado más de 50 oligosacáridos presentes en la leche materna.

En cuanto a las grasas, sabemos que es el componente más variable en la leche humana, variando en función de la edad del bebé. También varía en función del momento del día e incluso dentro de la misma tetada, siendo la leche del final la que aporta más carga grasa. En cuanto a la composición de las grasas, predominan los ácidos grasos poliinsaturados con un 57% mientras que los ácidos grasos saturados suponen un 42%. Cabe destacar que el ácido palmítico, constituye entre un 20-25% de los ácidos grasos de la leche, siendo en su mayoría en conformación beta-palmitato.

La leche materna contiene vitaminas en concentración adecuada para las necesidades del bebé, pudiendo variar ligeramente según la ingesta de la madre. Podríamos destacar, en cuanto a las liposolubles (A, K, E, D), que el contenido en vitamina D de la leche humana es ligeramente bajo, pero se absorbe fácilmente, de ahí que no se suelan presentar deficiencias, en bebés amamantados de forma exclusiva, salvo que la propia madre sea deficiente en vitamina D o que no haya exposición solar alguna. En cuanto a la vitamina K, la concentración es mayor en el calostro y leche temprana, a partir de las dos semanas la flora intestinal del recién nacido comienza a proveerle de vitamina K. Con relación a las vitaminas hidrosolubles, cabe destacar la necesidad de suplementación de las madres vegetarianas con vitamina B12 para evitar deficiencias en el bebé.

La concentración de minerales presentes en leche materna no se ve prácticamente afectada por la dieta. En casos extremos se tomarán reservas de tejidos propios de la madre lactante. Se sabe que en España la dieta general es baja en yodo, por lo que se recomienda suplementación con este mineral durante la lactancia para evitar deficiencias en el lactante.

EVOLUCIÓN

En cuanto a su evolución a través del tiempo encontramos calostro, leche de transición y leche madura.

El calostro se produce aproximadamente en torno a los cuatro días posparto, una sustancia de color amarillento, espeso y de escaso volumen, siendo este suficiente para satisfacer las necesidades del recién nacido. Es rico en proteínas, vitaminas K, A y E, en mayor proporción que la leche madura, con mayor contenido en minerales y potasio que la leche madura. Posee gran carga en IgA con efecto protector frente a bacterias como estreptococo, neumococo y enterobacterias, y que también favorece la maduración del sistema inmunitario, debido a esta carga protectora, en ocasiones se habla del calostro como “la primera vacuna del bebé”. La proporción grasa es menor que en la leche de transición y madura.

La leche de transición aparece entre el cuarto y el decimoquinto día posparto. Entre el 5º y el 7º día posparto aparece la conocida como “subida de la leche”. El color es más blanquecino y ya el aspecto es similar al de la leche madura.

La leche madura aparece a partir del 15ª día posparto. En cuanto a su aspecto, varía durante la misma toma, siendo la leche del principio más blanquecina y acuosa, debido a su mayor contenido en lactosa, la misión de esta proporción es calmar la sed del bebé, mientras que la parte final es más blanca y densa, cargada de grasa, con efecto saciante, por eso es tan importante esperar a que sea el propio bebé quién suelte el pecho por si mismo, dando por finalizada la toma. Sabemos que, de media, se producen entre 700-900 ml de leche diariamente durante los 6 primeros meses, la producción de leche siempre se adecua a las necesidades del lactante, a mayor demanda mayor producción, independientemente del tiempo que dure la lactancia. La proporción grasa aumenta de un 2% en el calostro a un 4,5% aproximado en la leche madura.

Se ha comprobado que en mujeres que prolongan su lactancia más a allá del año, su leche presenta 879,7 kcal/L, frente a las 637,86 kcal/L presentes en la leche entera, pudiendo reafirmarse que la leche materna alimenta durante todo el tiempo que dure la lactancia.