Para empezar bien, dejemos la prisa a un lado, pues algunos bebés se enganchan rápidamente y otros necesitan su tiempo.
Hay que tener en cuenta que la posición es muy importante, la madre debe estar cómoda, ya sea tumbada en la cama o sentada y con la espalda bien apoyada.
Se debe aproximar al bebe al pecho, de forma que quede ombligo con ombligo respecto a la madre. La cabeza del niño debe descansar sobre el codo. A su vez, con la misma mano, se sujeta el culito del bebé y ayuda a mantener o cambiar su postura.
Con la mano que queda libre, se coge un pecho y se introduce en la boca del bebé, comprobando que queda dentro todo el pezón y gran parte de la areola. Una vez que empiece a mamar, hay que dejar de apretar el pecho, para no sacar el pezón de su boca y evitar que succione únicamente la punta.
El bebé decide cuánto dura cada toma y el tiempo que pasa entre una y otra. Solamente él sabe cuándo tiene hambre. Y también cuánta: se soltará solito cuando no quiera más.
Consejos a tener en cuenta:
- Cuanto más succione, más estimulará la producción de leche
- Las primeras tomas son a veces un poco más complicadas, pero luego, desde que ambos se adaptan, todo va sobre ruedas
- Conviene ofrecer el pecho al bebé cada vez que se despierte o emita sonidos, evitando esperar a que llore porque es un signo tardío de hambre y de que tiene poca glucosa en el cerebro
- Amamantar acostada es cómodo por la noche. A veces, por una descarga hormonal de prolactina, a la madre la invade un sueño irresistible, necesario para su descanso y se queda dormida durante la toma. Si esto sucede y el dúo madre-bebé están felices, todo funciona con normalidad.
- Tener en cuenta que existen crisis de crecimiento, donde el bebé parece no estar conforme con la producción de leche de su madre y demanda más frecuentemente comer, por lo que hay que tener un poco más de paciencia en estas rachas. Suelen dar:
- A los 17-20 días
- A las 6-7 semanas
- A los 3 meses
- Al año
- A los 2 años