Hambre emocional: qué es y cómo reconocerla


Si ante sentimientos de tristeza, preocupación, culpa o enfado corres hacia la nevera buscando algo que comer es que tienes hambre emocional. Esa necesidad de ingerir alimentos no tiene el objetivo fisiológico de nutrir al cuerpo, sino que surge como una respuesta irracional para llenar un vacío o alcanzar una sensación de apaciguamiento que no suele durar mucho tiempo.

Nuria Lázaro, especialista en Salud Mental y coordinadora del Programa de TCA del Hospital Universitario de Torrejón, explica para Infosalus que existe tradicionalmente la costumbre de “regularse emocionalmente con la comida. En muchas ocasiones se usa como castigo o premio. Además, en nuestra cultura, la comida está presente de forma constante junto a las emociones: celebramos con comida y acompañamos situaciones de tristeza o pérdida con comida“, aclara.

Estas costumbres no son negativas de por sí, pero cuando el hambre emocional se vuelve patológica y provoca conductas disfuncionales como comer compulsivamente o pegarse atracones, hay que poner remedio a este problema.

Por tanto: ¿cómo identificar el hambre emocional del hambre real? ¿Qué podemos hacer para ponerle remedio?

¿Qué es el hambre emocional?

El hambre emocional o la alimentación emocional es un término relativamente reciente que se asocia a problemas como el estrés, la ansiedad, el miedo o la frustración. Consiste, sencillamente, en utilizar la comida para sentirse mejor. El paciente, normalmente, come rápido y mucho con el objetivo de saciarse y “acallar” los sentimientos negativos que está experimentando.

Marisa Escribano, psicóloga de la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario del Vinalopó, la describe, en el mismo artículo de Infosalus, como “la alimentación desordenada que aparece ante situaciones que son estresantes, de tristeza, soledad, ansiedad o aburrimiento”.

Paradójicamente, el hambre emocional no desaparece con la comida. A pesar de que inmediatamente después de comer uno se siente bien, esta sensación dura muy poco tiempo. Pasado un rato nos encontramos que esos sentimientos molestos siguen ahí y, en ocasiones, el atracón solo hace que nos sintamos peor física y emocionalmente.

En el libro “Adiós al hambre emocional” de Laia Solé, la autora explica que:

“La comida actúa como un distractor para que no notemos lo que realmente está sucediendo en nuestra vida.

Aparentemente nos da unos minutos de placer, de tranquilidad, pero esto es superficial, pues un rato después volverá la ansiedad junto con todo lo que nos decimos mientras comemos, más la carga de culpa”.

El hambre emocional se caracteriza por:

• No poner controlar el impulso de comer.

• Comer mucho más rápido de lo habitual.

• Sentir hambre repentina cuando se presenta una situación difícil.

• Comer sin tener hambre.

• Tener capricho por comer ciertos alimentos específicos.

• Comer para aliviar el estrés o como recompensa o celebración.

• Sentir culpa o placer después de comer.

 

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Fuente: Acofarma