Este último fin de semana de octubre, como cada año, retrasaremos nuestros relojes una hora para así entrar en el llamado “horario de invierno”.
El cambio de hora se hace en algunos países desde 1974, con la crisis del petróleo. El objetivo era el que hoy en día conocemos: aprovechar la luz solar y consumir menos electricidad. En España se encuentra regulado por el R.D. 2002 y, a pesar de que este decreto se renueva cada cinco años, se mantiene el cambio de hora de manera indefinida, ya que se ven beneficiados sectores como el de la agricultura y la hostelería.
Este cambio, aunque nos beneficia en algunos aspectos, también tiene efectos a corto plazo no tan positivos sobre nuestro organismo, relacionados principalmente con la secreción de melatonina de nuestro cuerpo. Esta hormona es la encargada de regular el sueño en función de la luz solar, de manera que, cuanta más luz, menos melatonina se genera, por lo que la calidad del sueño se ve reducida durante los días posteriores al ajuste de la hora.
En Canarias, el cambio se realizará a las 02:00 a.m. del domingo 29 de octubre, principalmente para que nos afecte lo menos posible a nuestra vida cotidiana y a partir de él, anochecerá y amanecerá una hora antes.
Para adaptarnos mejor al cambio, en los días previos, podremos ir haciendo nuestras rutinas adecuándolas al nuevo horario, especialmente con los más pequeños de la casa, ya que suelen ser los que encuentren mayores dificultades en el proceso de adaptación al tener diariamente unas pautas más marcadas y más estrictas.
A pesar de esto, una vez más, todos terminaremos adaptándonos al cambio.