La fiebre en niños pequeños: cómo actuar en un primer momento y cuándo empezar a preocuparse


Los padres suelen alarmarse cuando detectan que su hijo tiene fiebre. Pero lo cierto es que la subida de la temperatura corporal no es una enfermedad, es un síntoma que indica que el niño tiene alguna infección por un virus o una bacteria y al mismo tiempo, la señal de que el cuerpo está combatiendo esa infección.

Por tanto, en estas situaciones, cuando la temperatura de los niños supera los 37’5ºC, no es necesario acudir inmediatamente al pediatra, puesto que puede que la fiebre remita. Eso sí, deben observarlo, estar atentos a su evolución y tomar algunas medidas como:

 

  • Pasarle una esponja con agua tibia o darle un baño templado. Nunca se deberá hacer con agua fría, pues los cambios bruscos de temperatura no están indicados.
  • Airear la habitación donde se encuentre con el fin de que no supere los 21ºC.
  • Mantener al niño ligero de ropa.
  • Darle de beber muchos líquidos para evitar que el organismo se deshidrate. Las bebidas más apropiadas son agua, zumo de limón, o zumos naturales de fruta.
  • No obligarle a comer, pues puede ser contraproducente.

 

Señales de riesgo que alertan de la necesidad de acudir al pediatra inmediatamente

En ocasiones la fiebre aparece junto a otros síntomas como dolor de oído, irritabilidad, somnolencia, vómitos, tos, diarrea, lesiones cutáneas, excesiva mucosidad o dificultad respiratoria. En cualquiera de estos casos sí es necesario acudir al pediatra de manera inmediata. Se trata de casos en los que el cuadro médico es más complicado y es obligatorio que un médico valore la situación.

También se deberá acudir al pediatra de forma general si el niño presenta una temperatura por encima de 40ºC, si lleva 4 días con fiebre o si se trata de un bebé de 3 meses ya que los cambios en su estado de salud son especialmente delicados.