La Farmacia de Ayer y de Hoy


Con el paso de los años, ha habido cambios en todos los sectores, muchos avances, y en el farmacéutico no podía ser de otra manera. Se trata de uno de los campos que ha evolucionado en mayor profundidad, pudiéndose deber a que es uno de los más antiguos y de mayor necesidad para la garantía sanitaria de la población.

A principios del siglo XVII la Medicina y la Farmacia seguían siendo renacentistas, aunque se contaba ya con una farmacopea, la ‘Officina Medicamentorum’, que inc

 

luía algunas drogas llegadas de América. El farmacéutico era un auténtico maestro de fórmulas magistrales que ya alcanzaban fama por sus poderes curativos en aquellos tiempos usados para fines pre

ventivos, entre otros. Ya nos quedan lejos esas imágenes del farmacéutico preparando sus compuestos, sus fórmulas magistrales para alivio del dolor ajeno o de las grandes farmacias con sus repisas y vitrinas cubiertas de frascos en los que se guardaban los elementos primarios con los que llegar al resultado que había de llevar la sanación al enfermo.

 

La farmacia del siglo XXI se ha convertido en un local diáfano y luminoso, con mobiliario moderno, gestores de turno, con estanterías repletas de cajitas multicolores que guardan todo tipo de medicinas y un amplio espacio dedicado al cuidado de la salud en general: tratamientos faciales, cuidado corporal, alimentación, dietética y complementos infantiles y un largo etcétera.

No obstante, aunque sin su mortero y su maja, el farmacéutico sigue ocupando un lugar fundamental, porque sus conocimientos han seguido en aumento y, aunque en la mayoría de los casos, no elabore las fórmulas, sabe en cada momento cuáles son los componentes de todos y cada uno de los medicamentos que dispensa, lo que le permite solucionar las dudas que les plantean los pacientes.