¿Por qué algunas personas que consumen alimentos ricos en grasas saturadas no padecen enfermedades cardiovasculares y otras, que comen de forma saludable, tienen altos niveles de colesterol? La explicación está en nuestro ADN, puesto que las variaciones genéticas son las que determinan el modo en que nuestro cuerpo responde a los alimentos. De ahí que no exista una dieta válida para todo el mundo.
Sin embargo, en un futuro no muy lejano, la nueva ciencia de la nutrigenómica promete adaptar la dieta de cada persona a sus genes. Según algunos investigadores, en los próximos años se diseñarán alimentos para grupos concretos de personas a partir de sus características genéticas y metabólicas, entre otros factores.
¿Qué es la nutrigenómica?
La nutrigenómica estudia la forma en la que los alimentos afectan a nuestros genes. Dicho de otro modo, es la rama de la ciencia encargada de analizar la interacción entre el genoma y los nutrientes.
Según José María Ordovás, director de Nutrición y Genómica de la Tufts University, la nutrigenómica podría convertirse en una de las mejores aliadas en la lucha contra la epidemia de la obesidad y otras enfermedades como el cáncer, la diabetes tipo II, la osteoporosis o el Alzheimer.
Ordovás asegura que esta rama de la ciencia permitirá “recomendar a cada persona la dieta que más le favorezca” para que “a partir de los 40 años la calidad de vida no vaya hacia abajo sino que se mantenga”.
El objetivo de la nutrigenómica es elaborar dietas concretas o componentes dietéticos aislados para cada persona, teniendo en cuenta sus genes, por lo que a esta rama científica también se la conoce como “nutrición personalizada”.
La nutrigenómica estudia la forma en la que los alimentos afectan a nuestros genes. Dicho de otro modo, es la rama de la ciencia encargada de analizar la interacción entre el genoma y los nutrientes.
Interacción genes-nutrientes
A pesar de que el concepto de nutrigenómica es relativamente reciente, a lo largo de la historia se ha estudiado cómo interaccionan los nutrientes con nuestros genes.
Desde la primera mitad del siglo XX se sabe que ciertas afecciones monogénicas como la fenilcetonuria y la galactosemia, resultantes de la alteración de un único gen, pueden ser tratadas mediante el seguimiento de un régimen alimenticio.
Algo parecido pasa a la hora de combatir otras enfermedades monogénicas, como la celiaquía o la intolerancia a la lactosa, en las que la dieta desempeña un papel fundamental.
Para el doctor José María Ordovás, el reto de la nutrigenómica reside en la implementación de estudios clínicos que hagan avanzar estas investigaciones y certifiquen con mayor precisión cuáles son los efectos concretos que tiene la alimentación en el tratamiento o la prevención de enfermedades.
Objetivos de la nutrigenómica
De entre los principales objetivos que persigue la nutrigenómica podemos destacar los siguientes:
- Crear programas de bienestar personalizados a base de planes alimenticios acordes a las características genéticas de cada individuo para mejorar las probabilidades de llevar una vida más larga y saludable.
- Ayudar a prevenir, tratar e incluso revertir enfermedades como el cáncer, la demencia, la osteoporosis, las enfermedades cardíacas y la diabetes tipo II, a través del diseño de dietas o alimentos funcionales personalizados.
- Combatir la obesidad, contrarrestando la predisposición genética de algunas personas a aumentar de peso y elaborando planes nutricionales basados en información genética.
Sin duda, la nutrigenómica plantea un nuevo paradigma alimentario. Su desarrollo hará de la nutrición una poderosa herramienta de salud.
Tests nutricionales: ¿timo o recurso útil?
A pesar de que la nutrigenómica todavía está en su etapa temprana, ya es posible encontrar algunos tests genéticos nutricionales en el mercado. Pero, ¿son estos tests útiles y fiables?
Dolores Corella, doctora en Farmacia, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia y pionera en la investigación sobre genómica nutricional, asegura que la calidad de los tests actuales es mucho mejor que la ofrecida hace unos años, pero que todavía “son primitivos e incompletos”.
En el futuro, “los tests nos dirán si nos conviene cocinar con aceite de girasol o con mantequilla o cómo debemos distribuir las comidas”, asegura la doctora Corella. Sin embargo, a día de hoy los tests más fiables son los específicos, como los relacionados con la intolerancia a la lactosa, puesto que “se basan en evidencias científicas más consolidadas”.